ESCUELA DE JINETES PEDRO DOMECQ
La raza de caballos que llegaron a México en el siglo XVI, lo mismo que los llevados al Perú, provenía de una famosa cría de Córdoba, en esa época ya extinta. Dicha cría se formó, durante el Califato Árabe, por cuatro garañones traídos del Yemen, cruzados con yeguas andaluzas.
La proliferación de caballos y ganado llegó a ser tal, que en 1529 fue necesario que cada criador tuviera su hierro y lo registrará en el Ayuntamiento. Cuando don Antonio de Mendoza entregó el virreinato a don Luis Velasco, eran ya insuficientes los pastos del valle de México, teniendo que buscar nuevas pasturas en el valle de Toluca.
Al virrey don Luis de Velasco – " lindo hombre de a caballo ", le llamó Juan Suárez de Peralta en su libro " El arte de la Brida y la Jineta" ( Madrid, 1580),- se debe, entre nosotros, el impulso del arte de la equitación y la creación -1555- del freno mexicano y la " silla charra", sobre la cual él mismo gustaba de alancear toros bravos, las tardes de los sábados en el bosque de Chapultepec - donde se encuentra actualmente el Museo de Arte Moderno.
El incremento en la ganadería originó, en poco tiempo, en lo que sería la Nueva España, la aparición de un tipo mexicano característico: " el hombre de a caballo " (de indudable herencia andaluza). En pocos países del mundo se ha aunado el hombre a un animal como ha sucedido en México donde el uso y el dominio del caballo son totales.
A Sebastián de Aparicio, introductor del uso de las carretas tiradas por bueyes, se debe la enseñanza a los indígenas en las arduas tareas de la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro y la carga y, posteriormente, para la silla; por tanto, el beato fray Sebastián de Aparicio -cuyo cuerpo incorrupto se venera en la iglesia de la Compañía de Puebla- es considerado el precursor de la charrería, junto con Luis de Velasco, los caciques otomíes Nicolás Montañez o Montaño y Fernando de Tapia, el instructor fray Pedro Barrientos y otros que contribuyeron a cimentar lo que después sería la tradición mexicana más característica.
Entre los conquistadores hubo expertos caballistas que practicaban el juego de cañas, las carretas de cintas y otros ejercicios heredados de los árabes. A pesar de la natural disposición de los nativos, les estaba prohibido montar a caballo; posteriormente, cuando el desarrollo de la ganadería había tomado gran incremento, fueron eliminadas tan severas restricciones.
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